El pasado 29 de enero inauguró la cuarta exposición de Miquel Barceló (Felanitx, 1956) Flores, peces, toros, en la Galería Elvira González.La exposición cuenta con una selección de 9 pinturas, 24 cerámicas y 13 acuarelas del artista con diversos temas que componen su imaginario y universo cercano, entre ellos el mar, el mundo taurino, las flores y los bodegones.
«La pintura está ligada a la infancia. Seguramente sea cierto que aprendemos lo importante antes de los diez años. Tengo la impresión de que, en pintura, a los diez años ya había hecho casi todo lo que luego he rehecho y sigo rehaciendo. En Mallorca aprendí el nombre de los árboles, los peces, los pájaros. Aprendí a silbar, tirar piedras, pescar, matar y destripar liebres y corderos, y cocinarlos. Suelo pintar lo que mato o lo que como.» afirma Miquel Barceló.
La primera sala se dedica al arte del toreo, un tema recurrente en la obra de Barceló desde los años 80. Sus pinturas representan momentos del toreo que capturan la esencia de esta tradición desde distintas perspectivas.
En la segunda sala, se exhiben cerámicas con máscaras y peces, algunas de las cuales responden al propio autor. Barceló destaca el mar como una fuente de inspiración, manifestando que su vida gira en torno a pintar, nadar y leer.
Finalmente, en el tercer espacio, se exhiben una variedad de lienzos y obras sobre papel, incluyendo bodegones, flores y la fauna marina, donde los temas taurinos y marinos se combinan. Barceló se ve a sí mismo como un artista primitivo, impulsado por la necesidad de comunicar lo que observa en su entorno cotidiano, plasmando su visión del día a día a través de su arte.
Miquel Barceló, nacido en Felanitx en 1956, comenzó su carrera artística a mediados de los años 70, logrando rápidamente un reconocimiento internacional. Abandonó sus estudios de Bellas Artes en Barcelona para enfocarse en su propia producción artística. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1974 en la Galería Picarol de Mallorca, y se destacó tanto en la Bienal de Sâo Paulo en 1981 como en la Documenta VII de Kassel en 1982, consolidando su trayectoria.
A lo largo de los años, instituciones como el CAPC de Burdeos, el IVAM de Valencia y el Musée du Louvre en París han homenajeado su obra. Además, ha realizado intervenciones significativas en espacios públicos, como la Capilla de Sant Pere en Mallorca y la cúpula en la ONU de Ginebra. Ha recibido premios destacados, incluyendo el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1986 y el Premio Príncipe de Asturias en 2003.
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