Cortesía de Prats Nogueras Blanchard © Roberto Marossi
La galería Prats Nogueras Blanchard expone hasta el 22 de marzo L’Age d’airain [La edad de bronce], una exposición en la que el artista Francesco Arena (Torre Santa Susanna, Italia, 1978) se refiere a la obra del escultor Auguste Rodin. A través de esta muestra, Arena reflexiona sobre la estatua y la escultura como vehículos de representación, memoria, temporalidad y transformación.
El bronce, utilizado originalmente para la fabricación de armas y herramientas, ha sido un símbolo de la resiliencia humana durante más de 5.000 años. Con el tiempo, este material se convertiría en un medio fundamental para la creación de estatuas, preservando la identidad humana y, en ocasiones, adquiriendo una vida propia.
Para esta exposición, su cuarta en la galería, el artista reúne una serie de obras que cuestionan la esencia misma de la estatua y funcionan, en cierto modo, como un autorretrato. En Statua (… as head), Statua (… as heart) y Statua (… as balls), Arena presenta tres pedestales de bronce de distintas alturas que representan, respectivamente, su cabeza, su corazón y sus gónadas. Sobre cada uno de ellos, curadores o visitantes colocan un objeto, transformando la obra con cada cambio. Así, el título de la pieza se modifica constantemente, convirtiendo el pedestal en un soporte flexible que resignifica el objeto depositado sobre él. Aunque los pedestales están fundidos en bronce y, por tanto, son incombustibles, el artista los ha pintado de blanco para simular madera, sugiriendo una paradoja entre permanencia y fragilidad.
Arena también recurre a referencias históricas y cifras tangibles como herramientas para revisitar el pasado. En Marcel, la otra serie de la exposición, presenta seis placas de bronce que replican las que señalan las residencias de Marcel Proust en París, Illiers-Combray y Orleans. A través de estos elementos, el artista reconstruye la biografía del escritor en fragmentos, dividiéndola en etapas marcadas por los lugares que habitó. Sin embargo, al reunir estas placas en la galería, pierden su contexto original y se transforman en objetos desplazados que desafían las nociones de memoria, autenticidad y lugar. Al condensar la vida de Proust en un único espacio, Arena propone una narrativa unificada que desdibuja la linealidad del tiempo y del espacio.
Con L’Age d’airain, el artista aborda la temporalidad desde una perspectiva disruptiva, cuestionando la concepción de la historia como un desarrollo lineal basado en causas y efectos. Su obra entrelaza lo histórico y lo personal de manera constante, permitiéndole reinterpretar los acontecimientos desde una relación directa consigo mismo.
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