Iván Argote durante su intervención en Madrid, en el marco de la exposición 'Una lucha de paisajes' (2025).
En Una lucha de paisajes, su segunda exposición en la galería Albarrán Bourdais de Madrid, Iván Argote (Bogotá, 1983) vuelve a situar el espacio público como escenario de fricciones simbólicas y afectivas. El artista colombiano, radicado en París, despliega un conjunto de obras que tensionan las nociones de monumento, identidad colectiva y relato histórico, recurriendo a una combinación característica de humor, ternura y precisión conceptual.
El eje de la muestra es una nueva videoinstalación que documenta acciones realizadas en las proximidades de la galería. Argote interviene las grietas del pavimento con cemento pigmentado–un gesto mínimo, casi doméstico–sobre el que inscribe consignas como «Dignidad y respeto» o «Sentir tu peso». La operación, registrada en vídeo, transforma un acto de mantenimiento urbano en un ejercicio poético de reparación social. El artista desplaza la lógica monumental hacia una escala íntima, insertando en la ciudad micro-monumentos que interpelan al transeúnte desde la sutileza y la cercanía.
La videoinstalación se articula con piezas que expanden esta reflexión sobre el lenguaje como materia política. Las obras de la serie Concrete Bars cuelgan en el espacio con una tensión formal que contrasta con la fragilidad de las palabras grabadas en el hormigón. Sus frases–afirmaciones que desestabilizan estructuras de autoridad asumidas como naturales–invitan a reconsiderar cómo los discursos producen formas de convivencia y conflicto.
En Skin, Argote propone losas que evocan restos arquitectónicos recompuestos. Sus textos, fragmentados y reorganizados, parecen liberar consignas atrapadas en la hostilidad para reorientarlas hacia modos de relación más abiertos. Por su parte, las nuevas piezas de Breathings combinan frases directas, a medio camino entre la declaración afectiva y el manifiesto, con ilustraciones botánicas de delicadeza extrema. Esta tensión entre fuerza y fragilidad sintetiza uno de los hilos centrales de la exposición: la posibilidad de una política de la suavidad.
El dispositivo expositivo se completa con un banco de cemento y un conjunto de mecedoras Pájaros, inspiradas en diseños tradicionales de Brasil y Colombia. Presentadas en pares o tríos, orientadas en direcciones opuestas, las sillas inducen una coreografía mínima entre visitantes.
La exposición en Madrid dialoga con otros proyectos recientes del artista, como Dinosaur–la monumental paloma instalada en el High Line de Nueva Yor–y sus intervenciones para la Bienal de Venecia 2024 o el Centre Pompidou. En todos ellos, Argote insiste en revisar las formas en que la historia se inscribe en el espacio público y en cómo esas inscripciones modelan subjetividades.
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