Exposiciones

Lo orgánico, lo artificial y lo ancestral: tres formas de sentir el arte en el MUSAC (Léon) este verano

Este verano, el MUSAC – Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León no solo exhibe arte contemporáneo; lo activa, lo transforma en experiencia sensorial. A través de tres exposiciones que permanecen abiertas hasta el 19 de octubre —las de Studio DRIFT, Secundino Hernández y Luis Moro—, el museo leonés traza un recorrido que va más allá de la contemplación visual para abrir un campo de resonancias físicas, emocionales y simbólicas. Sin necesidad de discursos explícitos, las muestras invitan al visitante a reentender su lugar en el mundo: en conexión con la naturaleza, con la materia pictórica, con los animales y los mitos que nos habitan.

Studio DRIFT: cuando el arte respira

La propuesta de Studio DRIFT se sitúa en la intersección entre tecnología, naturaleza y coreografía. Las esculturas cinéticas Meadow y Amplitude no son solo obras de arte: son sistemas vivos que se mueven, se transforman y responden al entorno. Las flores mecánicas de Meadow se abren y cierran en un vaivén sincronizado, evocando el latido del mundo vegetal, su fragilidad y su persistencia.

En un momento histórico marcado por la desconexión con los ciclos naturales, la propuesta del colectivo neerlandés, formado por Lonneke Gordijn (Alkmaar, 1980) y Ralph Nauta (Swindon, 1978), propone otra forma de mirar —o más bien de sentir— el paisaje. Amplitude, por su parte, convierte el espacio expositivo en un campo de frecuencias compartidas entre obra y visitante. No es una representación de la naturaleza, sino un intento de volver a su lógica profunda, de reentrar en su ritmo.

DRIFT ha mostrado su trabajo en museos y bienales de todo el mundo, pero aquí, en León, lo hace bajo un prisma que resuena especialmente: el de lo rural como fuente de saber, de asombro y de reencuentro.

Vista de la instalación ‘Amplitud’ (2024) de Studio DRIFT en el MUSAC – Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Cortesía de MUSAC.

Secundino Hernández: pintar como excavar

En Estación total, comisariada por Álvaro Rodríguez Fominaya, el artista madrileño Secundino Hernández (Madrid, 1975) despliega una década de investigación sobre los límites del lenguaje pictórico. Lejos de una pintura para ser mirada, sus obras se presentan como superficies excavadas, telas rasgadas, estratos que afloran como si hubiesen sido encontrados en una excavación arqueológica.

La referencia a Juan Ramón Jiménez, que da título a la muestra, no es casual. Hay en la pintura de Hernández una búsqueda de totalidad, de síntesis entre lo espontáneo y lo controlado, entre la memoria y la invención. El políptico Four Seasons. Between Summer and Fall (2017), expuesto por primera vez en España, marca el punto de partida conceptual de un recorrido que exige una atención no solo intelectual, sino casi física. Pintura que se ve, sí, pero también que se intuye, se rastrea, se toca con la mirada.

Vista de la exposición de Secundino Hernández en el MUSAC – Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Cortesía de MUSAC.

Luis Moro: animales que nos sueñan

Más lírica, pero no menos incisiva, es la propuesta del segoviano Luis Moro (Segovia, 1969) con El bramido de la Tierra, comisariada por Fernando Castro Flórez. Aquí, el eje es el dibujo —esa disciplina aparentemente silenciosa— convertido en clamor. Mariposas, felinos, aves y criaturas imaginadas componen un bestiario contemporáneo que no busca decorar, sino alertar. Hay algo de grito en estas figuras, algo que interpela y exige.

Moro no propone una visión catastrófica del presente, pero sí profundamente simbólica. Su fauna, más que naturalista, es mítica: alude al alma del mundo, a lo que está en riesgo. Influido por la tradición —desde Durero hasta los frescos medievales—, el artista construye un relato donde la ecología se vuelve espiritual, donde el gesto de dibujar se transforma en resistencia frente al deterioro.

Un museo como sismógrafo

Lejos de una programación estival ligera, el MUSAC ofrece este año un conjunto de exposiciones que actúan como sismógrafos del presente. Ya sea a través de la mecánica de unas flores que se abren en el techo, de una tela que revela sus cicatrices o de un animal que parece mirarnos desde la pared, lo que proponen estas tres muestras es una misma invitación: reconectar.

Vista de la exposición ‘El bramido de la tierra’ de Luis Moro en el MUSAC – Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Cortesía de MUSAC.
Redacción

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