Exposiciones

‘Tinta contra Hitler’ en el MNAC (Barcelona): la guerra que Mario Armengol libró con humor y lápiz

El Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) recupera del olvido la figura de Mario Armengol Torrella (Sant Joan de les Abadesses, 1909 – Nottingham, 1995), un artista catalán prácticamente desconocido que, durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en una de las voces más afiladas de la propaganda aliada contra el Tercer Reich. La exposición Tinta contra Hitler reúne por primera vez en Barcelona una selección de sus cerca de dos mil caricaturas —realizadas entre 1941 y 1945— para el Ministerio de Información británico, un archivo satírico monumental que ayudó a desarmar el mito nazi con tinta, ingenio y un humor ferozmente catalán.

Armengol, que había combatido físicamente al nazismo como soldado de la Legión extranjera francesa, encontró en el dibujo su segunda trinchera. Desde un Londres bombardeado, su pluma convirtió la brutalidad del conflicto en una sucesión de viñetas demoledoras: Hitler convertido en caricatura de sí mismo, Mussolini como bufón operístico, y Franco reducido a un títere del Führer. Publicadas en periódicos de medio mundo —de Nueva Zelanda a Chile—, sus imágenes fueron un arma cultural tan precisa como los discursos de Churchill.

Mario Armengol, ‘Floods in the Ruhr, Floods in Warsaw’. Col·lecció Família Armengol Gasull.

La muestra del MNAC, construida a partir de los originales conservados por la familia Armengol Gasull, permite redescubrir una obra que dialoga tanto con los maestros británicos del humor gráfico —David Low, Giles o Illingworth— como con la tradición satírica catalana de L’Esquella de la Torratxa o Papitu. A través de su trazo versátil y corrosivo, Armengol anticipó el lenguaje del cómic contemporáneo y dejó planteadas preguntas que siguen resonando: ¿hasta dónde puede llegar la risa cuando el horror es real? ¿Dónde termina la ironía y empieza la crueldad?

Tinta contra Hitler no solo es el rescate de un artista olvidado; es también una reflexión sobre el poder de la imagen en tiempos de guerra, el papel del humor frente al autoritarismo y la memoria de un siglo que aprendió —a veces tarde— que la sátira puede ser un acto de resistencia.

Y esas preguntas, que Armengol lanzó desde la trinchera del dibujo, adquieren hoy una urgencia inesperada. En un momento en que el mundo asiste en directo a nuevos horrores —el auge de las extremas derechas, el genocidio del pueblo palestino, entre otros, y gobiernos occidentales que parecen haber olvidado su historia de colonización y represión—, la exposición interpela de nuevo a nuestra conciencia colectiva. Porque reírse del poder no es solo un gesto artístico: es una forma de no aceptar la indiferencia.

Mario Armengol, ‘Compartint paraigües’. Col·lecció Família Armengol Gasull.
Redacción

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