Retrato de Xisco Mensua. Recuperado de las redes sociales de la galería 1 Mira Madrid.
El pasado viernes 24 de enero, el mundo del arte lamentó la pérdida de Xisco Mensua, quien falleció en Rocafort, Valencia, a los 63 años. Nacido en Barcelona en 1960, Mensua dedicó su vida a explorar las profundidades del tiempo y la memoria, dejando un legado que trasciende las fronteras del lenguaje visual y conceptual. Su obra, marcada por una sensibilidad singular, nos invita a reflexionar sobre el paso del tiempo, la infancia, la educación y la filosofía.
Mensua trabajó con diversas técnicas, desde óleo sobre papel hasta tinta sobre lienzo e impresión digital, creando dibujos, pinturas y collages que a menudo se presentaban en forma de sutiles y evocadores polípticos. Su obra no sólo dialogaba con el arte en sí mismo, sino también con la literatura, la historia y la poesía, haciendo de cada pieza un espacio donde lo visual y lo conceptual se encontraban para cuestionar nuestra presencia en el mundo. Para Mensua, el acto creativo era tan dependiente de las palabras escritas como del gesto expresivo, generando un universo que entrelazaba citas literarias, referencias históricas y una reflexión meticulosa sobre el medio artístico y su relación con la experiencia humana.
A lo largo de su carrera, participó en exposiciones colectivas de gran relevancia, como Sense Coartada (Bellesa i Obscenitat) en la Sala d’Exposicions de la Universitat de Valencia (1990), The Return of the Cadavre Exquis en The Drawing Center de Nueva York (1993) o Arte joven en los fondos del Museo Reina Sofía en el Centro Wifredo Lam de La Habana (1995). Sus obras forman parte de prestigiosas colecciones públicas y privadas, como las del Museo Reina Sofía (Madrid), la Fundación La Caixa (Barcelona), el IVAM (Valencia), el MUSAC (León) y el CAC (Málaga).
La última exposición de Mensua se tituladó Ningú pot saber com és la nit, fue comisariada por Nicolás Sánchez Durá y presentada en el Centro Cultural La Nau de Valencia. Este proyecto reunió obras concebidas ex-profeso, que reflexionan con gran honestidad sobre temas tan universales como la vida, la enfermedad y la muerte. A través de autorretratos, incluyendo uno que abordaba la niñez y la vulnerabilidad del cuerpo enfermo, Mensua volvió a sus preocupaciones fundamentales: el deseo, la memoria y la fugacidad de la existencia. Esta exposición se transformó en una despedida poética y contundente, mostrando su habilidad para conectar lo personal con lo universal.
La muerte de Xisco Mensua deja un vacío profundo en el panorama artístico, pero también una herencia rica y perdurable que seguirá interpelando a generaciones futuras.
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