Desde los años setenta, científicos, biólogos, activistas climáticos y movimientos como el ecofeminismo han advertido sobre las problemáticas ecológicas derivadas del crecimiento económico, de población y de demanda de energía y, a diferencia del cartesianismo moderno, nos han enseñado que nuestra relación con los ecosistemas naturales es interdependiente. A modo de metáfora de la acción de injertar en el ámbito de la agricultura, el título “Ser injerto” alude a la afectación de dos cuerpos vivos, sean humanos o no humanos, como un acto de simbiosis. Esta exposición es, pues, una invitación a tejer formas de comunidad, no solo entre nosotrxs mismxs como especie, sino con el resto de seres con los cuales compartimos la Tierra.

Mediante estrategias textuales, audiovisuales y performativas, los trabajos creativos presentes experimentan con los modos de percepción, principalmente a través de la exploración de las emociones y las capacidades sensoriales y afectivas, desde la interacción entre el cuerpo y la diversidad que nos rodea, atendiendo a aquello no siempre visible o imperceptible.