Exposiciones

Juan Uslé en el Museo Reina Sofía (Madrid): ritmos de memoria y deriva pictórica

La exposición Ese barco en la montaña de Juan Uslé (Santander, 1954) en el Museo Centro Nacional de Arte Reina Sofía (Madrid) traza un mapa visual que permite leer cuatro décadas de producción desde la perspectiva de un artista cuyo trabajo opera como una sedimentación de memorias, ritmos y desplazamientos. Lejos de ofrecer una narración lineal, la muestra propone un recorrido circular que revela cómo Uslé ha construido un sistema pictórico basado en la alternancia entre introspección y desvío, entre disciplina rítmica y deriva intuitiva. La noción de «familia», término con el que el propio pintor designa sus series, adquiere así una dimensión estructural que articula la heterogeneidad sin disolverla.

El punto de partida de la exposición se sitúa en un recuerdo infantil asociado al naufragio del buque Elorrio en la costa cántabra en 1960. Este episodio, fijado en la conciencia del artista como una imagen inconclusa, reaparece como matriz de una iconografía marcada por la incertidumbre, el tránsito y la mezcla entre registro vivido e imaginación. Obras como 1960 Boat at Sea funcionan como bisagras entre una etapa ligada a la naturaleza cercana y una proyección hacia el territorio neoyorquino que Uslé adoptará a partir de 1987. Este desplazamiento geográfico se traduce en un cambio de sensibilidad: Nueva York introduce un pulso más fragmentado, visible en las primeras pinturas negras de Williamsburg y en las series en papel que establecen una relación renovada con el paisaje mental.

La exposición enfatiza esta transformación y muestra cómo entre finales de los ochenta y principios de los noventa se produce un giro decisivo. Pinturas como Gulf Stream, Etelvina o Veneno evidencian la transición desde un interés por la materialidad atmosférica hacia una atención creciente a la estructura compositiva. Se advierte un movimiento que desplaza la pintura hacia un territorio donde la metáfora del paisaje se descompone en capas, veladuras y tensiones cromáticas. La presencia de ecos literarios, cinefílicos y autobiográficos se incorpora sin imponerse como relato explícito, generando un campo perceptivo que exige pausa y escucha.

Vista de sala de la exposición Juan Uslé. Ese barco en la montaña, 2025. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Archivo Museo Reina Sofía.

El núcleo teórico de la muestra se condensa en la exploración de la serie Soñé que revelabas, iniciada a finales de los noventa y convertida en uno de los pilares de su práctica. La cadencia del pulso, convertida en método, transforma la superficie en un registro temporal que evita cualquier mecanización. Cada obra se presenta como una variación autónoma dentro de un patrón que rehúye el automatismo. La verticalidad, las interrupciones mínimas de la pincelada y la acumulación de transparencias configuran un lenguaje donde la repetición no es un procedimiento sino una forma de pensamiento.

La instalación Línea Dolca amplía esta lectura al mostrar la importancia que la fotografía ha tenido en su proceso. Más que un archivo, funciona como un diario visual que invierte la relación tradicional entre imagen fotográfica y pintura. En su ensamblaje, lo cotidiano adquiere una resonancia atmosférica comparable a la de sus lienzos.

Ese barco en la montaña confirma que la obra de Uslé no se define por la evolución estilística sino por la capacidad de generar vínculos entre tiempos, lugares y estados de percepción. La exposición, comisariada por Ángel Calvo Ulloa, formula un retrato complejo de un artista que ha convertido el acto de pintar en una investigación sostenida sobre la memoria y sus modulaciones.

Redacción

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