Residencias

Espais Avan (Castelló) promueve el contacto entre la cultura popular y el arte contemporáneo

Se está poniendo el sol. Los tractores vuelven a casa y un hombre mayor rompe almendras con la puerta abierta de su garaje mientras me mira intentando descubrir de quién soy nieta. Sigo a las señoras que van a mi misma dirección: en el pequeño teatro municipal, hoy el pueblo se cita la creación artística contemporánea. 

Avan resulta ser una iniciativa del comisario valenciano Rafael Tormo i Cuenca, un proyecto en el cual la mediación artística se pone en el centro para poner en valor todo aquello que los artistas pueden aprender del medio rural. Bajo el subtítulo de ‘espais de recerca contemporània’, se lleva a cabo un programa de residencias artísticas en los que seis pueblos en de despoblación se convierten en escenario y, remarcablemente, en partícipes, de la obra que cada artista residente desarrolla en esas semanas. Y una se pregunta ¿cómo se consigue romper con las tradicionales reticencias de la gente de los pueblos a participar con proyectos de esta índole?

La metodología lo es todo. Necesitamos nuevos modelos de mediación artística con el medio rural que rompan con el esquema jerarquizante de la institución cultural que llega al lugar y asume e impone. Nuevas formas de generar espacios de encuentro y no de distanciamiento entre una creación artística que bebe de la realidad de esas personas para después llevar a cabo un retorno. Así es como ‘Espais Avan’ se convierte en prueba y efecto de esta utopía, en el que entender la importancia de la politización de la mediación artística trae consigo unos proyectos profundamente transformadores y enraizados. 

Las comunidades rurales, por pequeñas y amenazadas, son sensibles y complejas: nuestras acciones tienen consecuencias palpables sobre el territorio. Son espacios donde todo lo que pasa en la ciudad, siempre o casi siempre, llega para desestabilizar el modo de vida del lugar. La desigual distribución del capital económico y, sobretodo por lo que nos apela aquí, del capital cultural, ha provocado una distancia reforzada en la mirada de una ciudad que alteriza, excluye y prejuzga el medio rural.

Bajo el lema de ‘Alló que no sabíem que sabem’, pone en cuestión las formas hegemónicas de institucionalizar la educación, como un instrumento político de estandarizar el conocimiento. Reapropiándonos de los aprendizajes no legislados nos encontramos con todos aquellos conocimientos del territorio que escaparon del valor simbólico que otorgan los criterios institucionales. En ‘Espais Avan’, la cultura popular es el medio desde el cual se nutren unas artistas que trabajan desde la horizontalidad del quien se sitúa en el ‘aprende conmigo’ y no ‘de mi’. 

Cortesía de Espais Avan.

Desde siempre, el mundo rural se ha convertido en lugar de acogida de todo aquello que ‘incomoda’ en la ciudad: la gestión de los residuos, la producción de energía o la turistificación masiva. Con la voluntad de romper con esta lógica, Espais Avan propone generar prácticas artísticas que operan desde la intimidad de las comunidades en las que se insertan.

Así es como el pasado 12 de octubre, la conferencia del artista y teórico especializado en educación Luis Camitzer, daba inicio a estas jornadas. A esto le siguió un recorrido por los resultados de las residencias artísticas que los artistas seleccionados – Aina Palmer, Jordi Palau, Pau Pardo, Vicent Orts, Miriam Isasi, Teresa Mata, Lluc Mayol, Alba Oller, Cyrille Larpenteur y Xelo Bosch – llevaron a cabo durante en mes de septiembre en cinco pueblos del interior de la Província de Castelló: Altura, Viver, Vilanova d’Alcolea, Forcall y Vilafranca. A esta muestra pública, consistente de diferentes exposiciones, conciertos y actividades, se le sumaron charlas con la escritora Rosa Cerarols y la filósofa Marina Garcés, las cuales reflexionaron de forma crítica sobre la realidad del medio rural, cuando esta entra en conjunción con el mundo del arte. Siguiendo la línea conceptual de esta edición, se indagó en las luces y las sombras de aquello que sabemos y no sabemos. 

Un proyecto que denota la necesidad de la dilución de las dinámicas centralizadoras, rompe con las ideas preconcebidas del mundo rural y expone y propone nuevas formas de trabajar mano con mano con colectivos sociales tradicionalmente privados institucionalmente del disfrute de la cultura contemporánea. 

Iris Verge

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