22 noviembre 2022

exibart.es conversa con Elisenda Muns y Laura Benítez – alumna y profesora de la Escola Superior de Disseny, respectivamente

de

Tres personas conectadas a través del Máster Universitario en Comisariado de Arte Digital entran en un diálogo sobre el estado del comisariado digital y la docencia artística.

©️ 'Arte social en los tiempos de las redes sociales', treball final de màster de Marco Tondello, 2020. Cortesía de la Escola Superior de Disseny ESDi.

La Escola Superior de Disseny ESDi, centro adscrito a la Universitat Ramon Llull de Barcelona (URL) ofrece un programa único con una especificidad peculiar en nuestro pais: un Máster Universitario en Comisariado de Arte Digital ESDi-URL. Se centra en varios componentes pertinentes al mundo del comisariado mediante clases teóricas y prácticas que adentran al alumnado en la historia, la estética, la teoría, la gestión económica y el estado actual del arte multimedia, digital, electrónico y más.

A parte del eje académico, ESDi cuenta con varios convenios con entidades referentes en el sector como Dilalica, MIRA Digital Arts Festival, MMMAD, Loop BCN Festival de videocreació, adn galeria, Chiquita Room, La Escocesa, La Virreina, etHall, ISEA, así como otros proyectos locales y nacionales. Así, las/os alumnas/os tienen la oportunidad de realizar prácticas obligatorias para empezar a conectar con el sector laboral y continuar expandiendo su red de colaboradoras/es contactos.

Gabriel Luciani, jefa redactora de exibart.es y exalumna del mismo Máster, inició una conversación con una alumna que actualmente se encuentra en la recta final del Máster, Elisenda Muns y la investigadora artística, Laura Benítez, que imparte clases de Teorías estéticas y nuevo medios. Por razones laborales, también sintomáticas de nuestro sector frenético, tuvimos que detener la conversación llevada a cabo por email más temprano de lo previsto. Aún así, nuestro diálogo revela varios factores como los perfiles que acuden al programa de Máster, las revisiones de las etiquetas que usamos, las metodologías distintas al comisariado y las variadas interpretaciones de la práctica curatorial digital abordada desde diversas vertientes y procedencias.

Elisenda Muns, Gabriel Luciani, Laura Benítez.

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Gabriel Luciani: Quería tener esta conversación con vosotras dos ya que hay un vínculo que nos une: el Máster en Comisariado de Arte Digital en ESDi que cursamos Eli y yo, y las clases que Laura imparte dentro del marco del mismo máster. Eso y un interés en la hibridación de campos. Creo que sería interesante cruzar no solo ideas en cuanto a la enseñanza del comisariado de arte digital (o el comisariado en general) y la recepción por parte del alumnado, sino también intercambiar ideas sobre el rol de la comisaria de arte en la era digital. De hecho, estamos mediando esta conversación digitalmente, muy alineado con los temas que iremos sacando.

Creo que es muy revelador que Laura es principalmente (si no entiendo mal) artista, o manipuladora física. Es decir, su trabajo concierne o se manifiesta en obra producida, y no tanto en el comisariado de proyectos a pesar de que, en los últimos años, has ejercido ese rol. ¿Dirías que es imprescindible, o recomendable, que las procedencias y abordajes a la curaduría provengan de puntos de vista de personas no necesariamente comisarias? ¿Crees que tu experiencia como artista informa tu práctica curatorial? 

Lo pregunto porque en mi caso, mi formación es una formación artística. Con 16 años empecé mi formación en las artes visuales. El Máster de hecho fue una excepción que hice. Y siento que esos 6 años de formación artística, plástica, me equipan con un arsenal inusual. Obviamente no somos las primeras en bailar en la frontera entre arte y comisariado.

David G. Torres afirma que Marcel Duchamp fue el primer comisario entendido como lo entendemos hoy en día. Puede que tenga razón, pero justamente creo que nuestro entendimiento de lo que es una comisaria está cambiando y ampliando. ¿Eli en tu trabajo con el Disseny Hub, ves muchas prácticas transdisciplinares? Es decir, una diseñadora que también se define como artista sonora, o un arquitecto que hace música. 

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Laura Benítez: Respecto a lo que comentas, en primer lugar cabría remarcar que no soy artista aunque, ciertamente, trabajo desde la dimensión material, puesto que para mí la filosofía es acción y el proceso no es tan diferente del de, por ejemplo, la investigación artística. Remarco esta cuestión no por auto-definirme como filósofa en lugar de como artista, sino porque mi lugar de enunciación es el filosófico y es desde ese lugar_ser desde donde se han informado y se conformado los proyectos curatoriales en los que he estado enredada.

Obviamente no existe una única con_formación de curadora/comisaria (podemos poner las vocales que nos hagan sentir más cómod_s o incómod_s). La que nunca me ha interesado es la figura que reproduce la acepción militarista del término: el agente de poder que toma las decisiones y hace bailar a l_s artistas al ritmo de su batuta. A mi parecer, lo más interesante de la práctica curatorial tiene que ver con ser una figura que ayuda a tejer. Juntar proyectos, perspectivas, personas, narrativas…Esa función de poner-en-relación-entre-medio-de

Y sí, creo que mi experiencia, formación y deformación en Filosofía (y más específicamente como profesora de Filosofía) es la condición de posibilidad de cómo entiendo y performo la práctica curatorial. También el motivo por el que huyo despavorida de proyectos curatoriales que citan a filósof_s intentando legitimar lo que ese proyecto está proponiendo. Las prácticas artísticas también pueden producir filosofía (y/o pensamiento crítico) desde materialidades y procesos concretos, no necesitan citar (sobremanera) a l_s filósof_s de moda para dotar de sentido aquello que están haciendo.

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Elisenda Muns: Desde mi experiencia como alumna, he encontrado (o sigo encontrado, porque todavía tengo clases) muy interesante una idea que sobrevuela todas las asignaturas que cursamos, que es la de desmontar, o mirar más allá de las categorías a las que estamos acostumbrados, también la de la figura de la comisaria.

Me parece mucho más instructivo (e irónico) que en un máster para especializarnos en una disciplina se nos avise que hay que poner en duda todo lo que supuestamente te convierte en comisaria, porque ahí entra una parte muy creativa y libre que lo hace tremendamente interesante. Que huyamos de la sistematización, que se ha cargado lo más interesante que puede aparecer en el proceso. Pero ojo, también avisan: esto no quiere decir que no haya que trabajar, al contrario; incluso tal vez más, porque tendremos que abrir caminos nuevos que posiblemente tarden más en validarse.

Para mi, aunque todavía no desde la práctica sinó desde la intuición, este ejercicio creativo va muy de la mano de lo que comenta Laura de tejer. Esta idea de tejer me gusta pensarla no solamente en la exposición o el resultado final de cara al público, sinó en todo el proceso de trabajo y también de difusión. Pienso mientras “hablo” con vosotras, que tal vez esta posibilidad de creatividad y de tejer es lo que convierte la tarea comisarial en un lugar donde un artista se encuentre a gusto también.

En relación con la curaduría en la era digital, para mi es un ejercicio que empieza en uno mismo, porque curar el internet que uno consume en su día a día ya es todo un hito. Lo que llaman economía de la atención es para mi ya un gran proyecto curatorial. Las dos caras de la moneda, como siempre: lo que puede llegar a absorberse toda esta cantidad de oferta en la que navegamos, versus las personas, proyectos, redes que podemos llegar a tejer gracias a las múltiples temporalidades (como ahora) y geografías que nos brinda lo digital.

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G: Se ve que hay una ambivalencia muy productiva que a mi me atrae mucho: la de no saber o querer definirse. Habéis utilizado otros códigos más plurales —adjetivos, verbos, metáforas y alegorías— que engloban lo que hacéis y cómo os sentís hacia vuestras prácticas. Tal y como remarca Eli, ’tejer’ es un verbo precioso que implica la creación de una especie de malla a partir de elementos que habrían venido en fricción uno con el otro si no fuese por las manos de varias agentes. No suponiendo que la fenomenología de nuestro mundo necesita una mano humana para crearse o gestionarse, sino simplemente dentro del sector artístico, necesitamos fusionar, adjuntar, dialogar, tejer…

Adoro el acto desobediente de no citar, entendiendo la cita del filósofo cishombre como un bastón en el cual nos han enseñado a apoyarnos suponiendo que nosotres no somos capaces de generar teoría crítica desde nuestras experiencias empíricas/hápticas/heurísticas. Al luchar contra esta obsesión por la cita en entornos académicos y querer huir de ese hábito, Jara Rocha, mi tutore del Trabajo de Fin de Máster, me dijo que la cita es una herramienta patriarcal que legitima o deslegitima ideas que después se toman como hechos innegables. 

Eli, ¿en esta búsqueda de la creación de vías nuevas y de cuestionarlo todo, ves alguna reacción o consecuencia en las artes digitales, redes sociales y en el diseño? ¿Quizá más disonancia ya que aún nos encontramos en un momento torpe con estas fusiones de los nuevos medios con prácticas más tradicionales? ¿Hubo muchas conversaciones sobre este tema a lo largo de tu tiempo cursando el Máster?

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E: Me ha gustado mucho la reflexión sobre las citas y su uso, ¡realmente es una epidemia lo de las citas en vinilo de corte por las paredes de las salas de exposición! 

Respecto a la ambivalencia entre arte de los nuevos medios y prácticas más tradicionales (o yo diría, el arte contemporáneo), parece que efectivamente han sido siempre dos esferas que tienen un público muy determinado y que en raras ocasiones se tocan, van como en caminos paralelos. Creo que es lógico cuando desde pequeños, en el cole, la enseñanza está muy compartimentada: la clase de tecnología no tiene nada que ver con la de “plástica” o arte, y por no hablar de los bachilleratos.

Las que estudian el tecnológico, no verán un solo cuadro, y las que estudian el artístico, no sabrán programar (tened en cuenta que soy del 1986, puede que esto haya cambiado. De hecho sé que hay colegios que ya trabajan por proyectos y estas divisiones clásicas se han eliminado). Pienso que en el arte de los nuevos medios ocurre que los “medios” o tecnologías que han servido para todas como herramientas (de productividad en el mayor de los casos) pasan a ser también medios creativos, o un fin en sí mismos. Y esto hace que ya no tenga mucho sentido separar tecnologías y ciencias de arte y diseño. 

En el Máster hemos ahondado mucho en esta idea de la separación entre «arte» y «tecnología», y de hecho, de las exposiciones que se han ido comentando a lo largo del año porque han sido claves en la presentación de los artes de los nuevos medios en los últimos decenios, que yo recuerde, ninguna ha sido en un museo de arte contemporáneo “al uso”. Aunque sí parece que esto está cambiando, como todo, supongo que tendrá que superar la fase experimental (o torpe, jeje) antes de establecerse para un público más amplio. 

Ahora pensaba, que además, creo que el hecho de ver NFTs en grandes subastas de arte “tradicional” ha hecho cambiar la concepción del arte digital para mucha gente, que puede que naturalice la posibilidad de ver una pieza así en el cubo blanco normalmente reservado a pintura y escultura. Polémicas aparte, la conversación estuvo allí durante mucho tiempo y esto seguro que tiene un impacto. 

Mencionabas Gabriel, las redes sociales. Para mi son como una paradoja, porque aunque lo que vemos parece libre, nos sentimos curators de nuestra propia “exposición”, tanto la que publicamos como la que consumimos en scroll, en realidad con cada like, cada guardar o cada pararnos en una foto hacemos que se nos atribuye un montón de, justamente, etiquetas para mandarnos más y más contenido deseable. Al final una acaba por no distinguir lo que es el encargo de un equipo de marketing de una creación libre. Porque una ya no sabe quién ha copiado a quién. ¡Y que conste que soy una plena usuaria de Instagram!

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Elisenda Muns estudió Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Barcelona y completó sus estudios teóricos con un Máster en Diseño Gráfico. Pronto se introdujo en el mundo del diseño de exposiciones y la museografía. Este campo le fascinó ya que le permitió explorar nuevas formas de comunicación, trabajando de la mano de diseñadores y artistas en el campo de los audiovisuales, el sonido y la realidad virtual y aumentada. Ha trabajado con Domestic Data Streamers como mánager de proyectos de diferente índole, tanto digitales como expositivos, y en la actualidad, lleva la gestión de una exposición de arte digital que tendrá lugar en el Disseny Hub de Barcelona el próximo 2023.

Laura Benítez es Doctora en Filosofía, investigadora y curator independiente. Su investigación conecta filosofía, arte(s) y tecnociencia. Actualmente su trabajo gira en torno a las prácticas de bioarte, biohacking, procesos de bioresistencia, biodesobediencia civil y agentes no humanos. Es coordinadora del área de Teoría y profesora de Estudios Críticos y Culturales en el Grado en Artes y Diseño de la Escola Massana, profesora de Tecnología y Diseño en Elisava y profesora colaboradora en el Máster de Filosofía para los Retos Contemporáneos, seminario de Robótica e Ingeniería Genética (UOC).

Ha sido investigadora invitada en el Centro Ars Electronica y en el Centro de Estudios y Documentación del MACBA. También ha sido invitada en diferentes instituciones internacionales como Interface Cultures Kunstuniersität Linz, Sónar Festival (Bcn/Hong Kong), Royal Academy of Arts London o Universidad de Puerto Rico. Actualmente colabora en diferentes proyectos de investigación, tanto académicos como autónomos, y es colaboradora habitual de Hangar. Dirige Biofriction, un proyecto europeo (Creative Europe) sobre prácticas en bioarte y biohacking, liderado por Hangar en colaboración con la Bioart Society, Kersnikova y Cultivamos Cultura.

Gabriel Virgilio Luciani

Sobre el autor

La esfera de investigación llevada a cabo por la comisaria Gabriel Virgilio Luciani (Atlanta, 1995) se encuentra en una intersección gaseosa entre la poesía, las neocorporeidades, la teoría queer, la magia y la afectividad objetual. Estas esferas de investigación las ha ido explorando mediante exposiciones formales, publicaciones e intervenciones poéticas en los últimos seis años, y muchas de las cuales realizadas mientras cursaba el Grado de Artes y Diseño en la Escola Massana. Entre los años 2016-2019, la mayor parte de su práctica curatorial la llevó a cabo ejerciendo de comisaria en el espacio autogestionado de referencia, La Cera 13, fundado por artistas jóvenes que moldearon un laboratorio altamente experimental y radical en el Raval. En 2020, acabó su Máster en Comisariado de Artes Digitales en la Universitat Ramon Llull, durante el cual trabajaba para el director de la galería Dilalica. En 2019-2020, hizo de residente curatorial junto con Margot Cuevas a Tangent Projects en L’Hospitalet de Llobregat que concluyó con el comisariado de una exposición colectiva en el espacio expositivo en octubre 2020. A lo largo los últimos seis años, sus exposiciones han sido incluidas en varias ediciones de ArtNou y Loop, y ha comisariado y co-comisariado proyectos en THEFLOOR, The Charlotte Art League, la Cera 13, TKM Room, l’Escola Massana, àngels barcelona espai 2, Tangent Projects, L&B gallery, Galeria H2O, Espai Souvenir y en el Reial Cercle Artístic dentro del marco de Loop. Desde septiembre de 2021 es Jefa de Redacción de la revista digital exibart.es.