09 enero 2023

Una muestra colectiva comisariada por Thom Oosterhof llega a The Curators Room (Barcelona)

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Este jueves, el proyecto holandés-catalán inaugura una nueva exposición que indaga en revisar la pintura figurativa.

Fachada de The Curators Room con la obra 'Officium Lucris' de Bas Geerts, 2022. Fotografía de Gabriel Rolt. Cortesía de The Curators Room.

The Curators Room,  —un proyecto ecosistémico de la mano de Gabriel Rolt nacido en Amsterdam que abrió un espacio permanente en Barcelona en abril de 2022— presenta la exposición colectiva Firestarter, comisariada por el curador de orígenes neozelandeses afincado en Ámsterdam, Thom Oosterhof. La muestra recopila una serie de visiones audaces con obras de 4 artistas internacionales: Miel Olise Kjærgaard, Jamie Gray Williams, Ronnie Robinson y Bobbi Essers. El tema central que ha guiado la selección curatorial de la muestra es el carácter atrevido e intrépido innato a los respectivos procesos y técnicas de los autores.

Esta muestra viene a ser el 5o comisariado de Oosterhof; una pasión explorada en los últimos años tras unos 10 años de coleccionismo de arte. La perspectiva cultivada por su experiencia como coleccionista hace hincapié no sólo en la selección sino también en el establecimiento de contacto entre perfiles nuevos: el comisario busca encontrar formas genuinas de insertar obras emocionantes y desafiantes en el mercado del arte, dando menos importancia a los discursos o conceptos embriagadores que suelen dominar los espacios artísticos europeos. Esto habla de su metodología alimentada por el deseo de nutrir a una nueva generación de coleccionistas mediante enfoques y presentaciones artísticas accesibles que no intimidan.

Mie Olise Kjærgaard, ‘Skateboarding Away,’ 2022. Cortesía de The Curators Room.

El título de esta exposición hace referencia a la canción de The Prodigy de 1996 que lleva el mismo nombre. Dejando de lado la letra de la canción, Oosterhof se inspiró más en la idea de la valentía y la intrepidez; atributos muy presentes en la selección de obras. Los cuatro artistas comparten un interés común por la figura humana (o no humana), pero se apoyan más en la abstracción y descomposición de sujetos reconocibles. Desde salvajes motifs de art brut hasta estudios casi necrohiperrealistas, los variados enfoques encuentran su hilo conductor en la valiente manera que tienen los artistas de disolver los cánones que han definido históricamente el retrato figurativo clásico.

Las furiosas feministas de Kjærgaard, que cabalgan sin miedo sobre bestias ambiguas, articulan una alocada narrativa sobre la recuperación del poder perdido por la opresión sistémica. Los bustos de Robinson, confrontacionales e intuitivamente pintados, representan a personas reales que cuentan su historia a través de las emociones que se filtran por sus expresivos ojos y su fuerte presencia. Essers, descrita como la «antagonista» dado que es una joven artista holandesa y recién licenciada en Bellas Artes (una inclusión generacional que Oosterhof hace en cada una de sus exposiciones), canaliza una imaginería un tanto explícita, semisexual y anatómica que muestra cómo lo grotesco puede ser elegante, suave y vulnerable. En el caso de Williams, las extrañas figuras llenan el lienzo de una forma menos agresiva y opta por un uso peculiar del color, integrando fuertes pinzeladas naranjas y amarillos que distorsionan el espacio en un entorno pictórico íntimo y afectivo.

Ronnie Robinson, ‘Silent Melodies,’ 2022. Cortesía de The Curators Room.

En palabras del comisario, «cuando pienso en el comisariado, intento pensar en qué es lo que hace valiosas mis aportaciones. ¿Qué aportan mi visión personal y mi selección? Quiero alejarme de la idea de un comisario que se limita a meramente seleccionar. ¿Qué tipo de conversaciones inspiro al reunir a una serie de artistas, tanto entre ellos como con el público? Me interesa especialmente proponer una idea en diálogo con los artistas para luego crear una conexión única con el espectador que no habrían tenido sin nuestras intervenciones.»

Y continúa: «Por lo tanto, es emocionante aportar valor donde podría parecer que no lo hay, lo cual puede hablar de cómo acabo entendiéndome a mí mismo a través del proceso. En esta exposición en concreto, exploro el amor que tengo por la idea de encender fuegos metafóricos: incitar suavemente, provocar o simplemente avivar las llamas y las brasas. Creo que siempre hay hueco para nuevas voces que puedan encender fuegos de nuevas maneras. Traer el espectáculo a Barcelona es un gesto que hace exactamente esto.»

Se puede ver la exposición a partir del día 12 de enero (inauguración a partir de las 18h) y hasta el 4 de marzo de 2023.

Bobbi Essers, ‘Caught up in heaven,’ 2022. Cortesía de The Curators Room.
Redacción

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