03 abril 2024

Sobre The Voice of the Artist: una conversación con lxs artistas Lúa Coderch, Muntadas, Oriol Vilanova

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La plataforma se configura como un alfabeto en línea compuesto por cápsulas de vídeo dónde cada artista invitadx propone reflexionar a partir de una palabra.

The Voice of the Artist [La voz del artista] es un proyecto en línea nacido hace más de dos años de la iniciativa de la plataforma cultural Art Coalition para explorar en profundidad el rol que juegan lxs artistas hoy en día, dentro y fuera del ecosistema cultural contemporáneo.

Contando hasta la fecha con la participación de 20 artistas, entre españolxs e internacionales, se configura como un alfabeto en línea compuesto por cápsulas de vídeo dónde cada invitadx propone reflexionar a partir de una palabra: A de attention [atención]; B de burden [peso]; C de collection [colección]; D de death [muerte]; E de earth [tierra]; F de fear [miedo]; etc.

Según Gabriela Galceran, gestora cultural y mente detrás del proyecto, The Voice of the Artist reúne voces y puntos de vista que –sin provenir necesariamente del centro– generan una plataforma desde donde pensar el futuro. «Para mí los artistas son los primeros que detectan cuales son los puntos de debates más urgentes y es muy necesario escucharlos». Sin embargo, aunque lxs artistas protagonicen el alfabeto, la propuesta no está pensada exclusivamente para gente del sector, «sino para cualquier tipo de público que sea inquieto culturalmente».

Cuando el alfabeto será completo, el proyecto contará con 26 cápsulas. Después, además de seguir accesible en la página web https://www.thevoiceoftheartist.net/, podrá desplegarse en otros formatos: una publicación, una instalación de vídeo, etc. Siempre manteniendo el enfoque sobre el aspecto colectivo de la propuesta.

Entre lxs artistas que por ahora han prestado su voz para construir el alfabeto figuran, por ejemplo, Hannah Collins (Londres, 1956), Ana Prvački (Pančevo, 1976), Arash Fayez (Teherán), Cally Spooner (Ascot, 1983), Jonas Staal (Zwolle, 1981), Esther Ferrer (San Sebastián, 1937), así como Lúa Coderch (Iquitos, 1982), Muntadas (Barcelona, 1942) y Oriol Vilanova (Manresa, 1980), con quienes pudimos intercambiar unas palabras sobre el valor del lenguaje en su práctica artística y las posibilidades (sociales, lingüísticas, políticas, escultóricas) de los alfabetos.

A de Attention [Atención]: Lúa Coderch

¿Podrías hablar sobre la centralidad del lenguaje en tu práctica y también sobre esta idea de la potencia narrativa de los objetos?

LC: El lenguaje ha sido siempre el motor de mi práctica artística. Aunque mi formación es en escultura, a menudo termino recurriendo al vídeo o al sonido para desplegar una dimensión narrativa que de otro modo me resultaría difícil de expresar. Para mí, es algo fundamental. De hecho, llego al punto en que entiendo las exposiciones casi como libros desplegados en el espacio, y los proyectos suelen surgir desde este enfoque.

En cuanto a los objetos, muchas veces un trabajo ha comenzado a raíz de un encuentro fortuito con alguno de ellos. Puede ser algo que encontré mientras buscaba otras cosas en internet o en un archivo familiar. El objeto me inspira a explorar su potencial narrativo, a desentrañar la historia que encierra.

Siguiendo con tu reflexión anterior, al hablar de lenguaje, solemos referirnos a la palabra, tanto escrita como hablada, pero las imágenes en sí mismas conforman un lenguaje propio, un lenguaje visual. ¿Cómo logras equilibrar estas dos formas de expresión en tu práctica artística? Si bien en el video esta dinámica puede ser más evidente, ¿cómo se manifiesta en tu trabajo escultórico?

LC: La relación entre imagen en movimiento y texto, ya sea escrito o hablado, es una dinámica que abordo de manera particular debido a mi formación autodidacta y al hecho de no haber hecho estudios de cine. En este sentido, tiendo a dar espacio a ambos. Es decir, no suelo trabajar desde una perspectiva literal o ilustrativa que vincule directamente uno con otro, sino que prefiero explorar una cierta fricción entre ellos. En la mayoría de mis trabajos videográficos, esta interacción se manifiesta como una asociación vaga entre la imagen y el texto. Encuentro esta dinámica interesante y fructífera, aunque a veces genera una cierta tensión.

¿Cuando comienzas un proyecto, te guías por palabras clave con frecuencia? ¿O hay algunas palabras que puedas identificar ahora que definan tus fijaciones e intereses actuales, así como las investigaciones que estás llevando a cabo?

Creo que sí. Cuando recibí la invitación para participar en The Voice of the Artist, estaba preparando una exposición en Fabra i Coats –Trencar una nou [Cascar una nuez]–, y elegí la palabra «atención» porque la atención y el compartir atención eran el concepto clave de la exposición. Y esto es así en muchos casos. En el proyecto Palau de Vent, por ejemplo, la palabra clave era «desorientación». Quizás no es siempre una sola palabra, normalmente es una constelación de palabras, pero siempre persigo algún concepto, alguna idea.

En cuanto a la atención, hace muchos años que pienso en ella como en un lugar. Es un espacio en el que estamos presentes y podemos coincidir con otros. Esto me parece muy hermoso. Creo que es lo que hace que nuestro mundo sea real, en la intersubjetividad.

C cómo Collection [Colección]: Oriol Vilanova

Las imágenes (¡acumuladas!) tienen un papel central en tu práctica artística y en tu investigación como coleccionista. Al mismo tiempo, el lenguaje como dispositivo también ha estado en el centro de algunos de tus proyectos, como el reciente Borrowed Words. ¿Cuál es la relación entre imágenes y lenguaje en tu trabajo?

OV: Entiendo las imágenes como un lenguaje, aunque nos comuniquemos de manera diferente con ellas, tienen la ventaja de que su mensaje no es único ni direccional, nos hablan de tú a tú. Se adaptan a nuestra manera de ver, de vivir. Factores mínimos afectan su lectura. El dónde, el cuándo, el qué, el quién o el cómo. El lenguaje escrito, en cambio, a pesar de su fuerza poética, circula de forma más transparente. Es por eso que me gusta transitar de uno a otro, que las imágenes generen relatos y los textos imágenes.

La construcción y desconstrucción de archivos o enciclopedias visuales es otro filtro a través del cual podríamos leer tu práctica. ¿Crees que un alfabeto también se podría entender como una especie de archivo cultural?

OV: El alfabeto es otra forma de ordenar el mundo, pero el orden es un mito, una utopía. Lo que me interesa del alfabeto es la voluntad de construirlo, de completarlo, y luego volver a empezar.

¿Cuál es el papel que podrían ejercer las prácticas artísticas en la generación de nuevos alfabetos, ya sean lingüísticos, de sentido, políticos o visuales?

OV: Toda práctica artística consiste en la elaboración de un alfabeto propio, con códigos conocidos y desconocidos.

Para terminar, si tuvieras que elegir unas palabras clave para describir tus inquietudes artísticas o fijaciones del momento, ¿cuáles serían?

OV: Alfabéticamente podrían ser: propiedad, repetición y silencio.

F de Fear [Miedo]: Muntadas

¿Cuál es el papel del lenguaje en tu investigación y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo? 

M: Desde siempre me ha interesado la relación entre el lenguaje textual y la imagen, a veces llegando a considerar cómo el texto puede influir en la interpretación de la imagen. Lo describiría metafóricamente como una especie de «acupuntura», donde el texto se superpone a la imagen para darle un sentido más específico. Es como si la imagen ampliara y el texto la focalizara hacia la interpretación que uno desea transmitir.

De todas maneras, prefiero hablar desde la práctica más que desde un discurso descriptivo. Hacemos lo que hacemos porque a veces ni las palabras ni las imágenes por sí solas expresan suficientemente nuestra idea, y es la relación entre ellas la que puede complementar o reforzar el mensaje que queremos transmitir.

Actualmente vivimos en una era de proliferación de imágenes. ¿Cómo crees que el lenguaje se posiciona en medio de esta abundancia visual?

M: Creo que la mejor manera de abordar este tema es, como te decía anteriormente, hablar sobre trabajos específicos. Uno que creo que trata la temática de manera directa es la serie Palabras. El proyecto consiste en palabras que se van degradando debido al uso, el abuso y la manipulación interpretativa. Inicialmente, estas palabras expresan conceptos inequívocos, como ‘ideología’, ‘democracia’, ‘debate’, entre otros. Sin embargo, con el paso del tiempo y su uso mediático y político, pierden su significado original y se transforman.

Palabras puede entenderse como una reacción a lo que estás sugiriendo: evidencia cómo las palabras experimentan una transformación. En un principio, tienen un significado claro y preciso, pero debido a su uso político, pueden interpretarse de diversas formas –la palabra ‘democracia’, por ejemplo, es adoptada tanto desde una posición progresiva como totalmente conservadora.

Dentro de tu práctica artística, otro aspecto crucial es la reflexión sobre los medios de comunicación. Considerando la cuestión del uso y abuso de los términos que acabas de mencionar, ¿cómo has percibido la evolución del lenguaje en este ámbito, y especialmente en el contexto de las redes sociales?

M: Al principio, Internet y, después, las redes sociales como todos los medios emergentes despertaron un gran optimismo y expectativas positivas. Observábamos cómo ampliaban el acceso a la información, proporcionando una vía rápida de comunicación que a menudo complementaba la función de la biblioteca tradicional. Siempre he sostenido que es fundamental recurrir primero a la biblioteca y luego aprovechar los recursos en línea, como Internet.

Con el paso del tiempo, sin embargo, hemos sido testigos de transformaciones en el uso de Internet que han generado situaciones que considero bastante negativas. La noción de las Fake News, por ejemplo, es inseparable de la existencia de Internet. Si bien los rumores y murmullos u otros usos del lenguaje existían antes, las Fake News son un fenómeno propio de la era de Internet. Otro ejemplo es la creación del fenómeno de los Influencers que, en mi opinión, tiene consecuencias bastante negativas. En la actualidad, cualquiera puede influir en la opinión pública, aunque carezca del bagaje intelectual o del conocimiento especializado que podrían tener escritores, filósofos o artistas. Esta trivialización del poder de influencia puede conducir a una cultura del consumo superficial, en áreas de consumo cultural como la música, la moda, el espectáculo. La gente pierde el sentido de tener sus propias opiniones y el poder de decisión.

En resumen, si bien los medios de comunicación amplían nuestro acceso a la información, también pueden generar abusos que resultan en consecuencias negativas –entre ellos, el empobrecimiento del lenguaje y la paradoja que bajo la libertad de expresión conduce a la censura.

En este contexto, ¿crees que las prácticas artísticas pueden contribuir a generar nuevos alfabetos, ya sean lingüísticos, de sentido, políticos o visuales?

M: A menudo recurro a vocabularios y diccionarios para explorar la curiosidad que surge al interpretar una palabra. Considero que tanto los alfabetos, los vocabularios, las enciclopedias y los diccionarios tienen usos necesarios que nos ayudan a comprender. Sin embargo, lo que encuentro más interesante es la diversidad de acepciones que cada uno de estos dispositivos ofrece para una misma palabra. Me intriga cómo una palabra puede tener interpretaciones diversas, incluso opuestas entre sí, lo cual ofrece distintas perspectivas sobre su significado.

La selección de una acepción en un vocabulario y cómo se interpreta me parece interesante. Creo que para los artistas y creadores en general, esta diversidad de interpretaciones puede ser una manera de dar forma a su trabajo o a su propio discurso de manera personal. Es decir, el vocabulario o el alfabeto que uno elige para trabajar conlleva una cierta restricción o enfoque consciente del discurso que está definiendo.