El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) presenta una gran muestra de la obra pintoresca de Dieter De Greef (Bruselas, 1969) en las instalaciones del centro. Comisariado por Fernando Francés, el conjunto pone su enfoque en la figura de la mujer –normativamente entendida–, mediante afectaciones pop y situaciones «conectadas con la felicidad, el amor o los deseos insatisfechos» (así se lee en el comunicado de prensa).
El título Coup de théâtre describe un momento de giro agudo y sorprendente en la acción de una trama teatral que fomenta cambios bruscos en la atmósfera afectiva del público. El pintor intenta recrear esa sensación con sus composiciones. Y lo hace mediante la introducción inesperada de elementos extraños, intentando captar esa sensación de mareo provocado por los giros narrativos.
La exposición reúne a una veintena de obras realizadas entre 2018 y 2021, creadas expresamente para la ocasión. Es decir, cabe destacar que se trata de obra contemporánea -contemporánea al menos según el artista y los responsables de la exposición. Casi todas las piezas comparten el mismo sujeto: el cuerpo normativo de la mujer occidental, una serie de majas desnudas, tratadas incuestionablemente como objetos. La misma hoja de sala hace mención a las protagonistas como «elementos a modo de accesorios para realzar el drama de la escena con los que llamar la atención del espectador».
Es decir, una de las principales funciones de la mujer en los ojos del autor es representar un mero elemento sensacionalista, un recurso dramático, que él mismo emplea a su gusto para provocar la sensación de aquello llamativo que sucede repentinamente.
Para reforzar esto, según el comisario y el pintor, «la figura del cuerpo femenino en sus pinturas actúa como vehículo para expresar cuestionarse la existencia del ser humano como se aprecia en la mayoría de sus obras…[que representa] a mujeres jóvenes y hermosas, a menudo, desnudas, en un entorno natural e idílico.» Afirma aún más el proceso de objetificación al que somete la mujer, entendiéndola como un «vehículo» –desnudo, por supuesto–, que ejerce la función de inspirar el pensamiento introspectivo o filosófico en los demás.
En otras palabras, justifica su fijación con la silueta femenina afirmando que al ver esta, nos inspirará una serie de pensamientos existenciales sobre el nacimiento y la muerte, diluyendo otra vez la noción de la mujer a un simple «vehículo» maternal; un pseudo-misticismo anticuado que relaciona la mujer con la actividad reproductiva. Resulta ser un acto de romantización del rol de la mujer (otro ejemplo siendo las tres Gracias) y el imaginario visual cultivado en su nombre a causa de los cánones y la cultura visual.
De Greef admite que su inspiración proviene de fuentes de internet: «Allí busco fotografías muy buenas, pero no las trato como modelos, quiero devolver otra vida a estas mujeres, otra identidad, me inspiro en estas fotos, que son fantásticas, para crear mi propio proceso, para darles una fantasía y que cuenten una historia diferente, para otorgarles otra identidad a partir de esta creación». El verbo ‘otorgar’ es clave dado que demuestra otra el entendimiento de la mujer como una musa vacía que necesita que alguien –¿De Greef mismo?– le otorgue o le premie con la liberación identitaria.
Pese a su edad, entiende sus sujetos objetificados de la misma manera en que los autores clásicos los entendían según los cánones de belleza (volviendo al entendimiento de la mujer como musa, no autora ni generadora, del pensamiento filosófico). Recuerda a la obra reivindicativa mítica de Guerrilla Girls, Do Women Have to Be Naked to Get into the Met Museum? de 1989, en la que expusieron una gran problemática asociativa entre la corporeidad cis-femenina, los cánones de belleza, el valor del arte y su validez como artefacto artístico admisible en las instituciones.
Volviendo a sus «deseos insatisfechos» que se ven plasmados en sus cuadros, la insatisfacción es un término muy prevalente en la cultura heteropatriarcal, a menudo utilizada como respuesta ante la palabra no y el rechazo. También con un tono romantizado, el autor pide la bendición del público, ocultándose detrás de la vela romántica del arte; como si la pintura como método de expresión fuese un canal lícito para reivindicar o simplemente quejarse de todos los deseos heteropatriarcales no cumplidos en la vida real.
El comisario dijo al respecto: «le interesa la mujer, no solamente desde lo físico, también desde lo representativo. Y al mismo tiempo está hablando de muchas cosas que acontecen en su interior, en su corazón y en su mente.» El único coup de théâtre perceptible en la muestra es esa misma aserción: que, después de supuestamente otorgar identidades a mujeres desnudas del internet, de filosofar a partir de las majas desnudas, y de explayar sus propios deseos insatisfechos mediante un enfoque monotemático, lo que realmente le importa al De Greef es el corazón y la mente de las figuras que retrata. Es misoginia camuflada y justificada mediante el discurso artístico, que en esto caso ni siquiera llega a ser sustancial.
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