Jorge Eduardo Eielson. El nudo vertical es el nombre de la nueva exposición comisariada por Imma Prieto y coproducida por el TEA (Tenerife Espacio de las Artes), visitable hasta el 2 de abril de 2023.
La muestra, de carácter retrospectivo e inédito en Europa, ofrece la posibilidad de analizar los últimos cincuenta años de uno de los creadores mas destacados de la segunda mitad del siglo XX: Eduardo Eielson (Lima, 1924 – Milán, 2006). Eielson fue un artista poliédrico capaz de realizar una síntesis sin precedentes de elementos plásticos, gráficos y referencias culturales. Desde su autoexilio europeo cuestionó el mundo a través de una concepción del lenguaje, cuyo elemento clave son los quipus: un método narrativo y contable propio de la cultura andina, que no utiliza palabras ni papel, sino solo cuerdas. En este sistema el nudo simboliza nada más que una fórmula de representación universal.
A lo largo de su vida, transcurrida en gran medida en Italia, el autor alimentó el dialogo entre la cultura precolombina y la mitología mediterránea y al final de su recurrido apuntó al astral y al espacial como sitios en los que todos los seres – humanos y no humanos -pueden fundirse, como los verdaderos lugares de entendimiento y conocimiento.
Tenir el castell al cap, dur el castell al cos (‘Tener el castillo en la cabeza, llevar el castillo en el cuerpo’) es por otro lado el proyecto de Antònia del Río (Capdepera, Mallorca, 1983), comisariado por Pilar Rubí. La exhibición – realizada gracias a la colaboración con El Corte Inglés y el Instituto de Estudios Baleares – podrá visitarse hasta el 29 de enero de 2023.
A través de una instalación experimental y participativa la autora reflexiona sobre la construcción social del país, representada en el castillo de Alaró (Mallorca), a partir de una residencia que tuvo en un pueblo en la falda de la montaña, sin nunca subir a su cumbre.
La transmisión de conocimiento, pero también de la memoria de un lugar, tiene mucho que ver con su imaginario, plasmado por mitos, leyendas y tradiciones. Antònia investiga qué imágenes genera este territorio físico, político y digital en los vecinos, cuáles son los lugares comunes que ellos utilizan para imaginarlo, hasta llegar a una reconstrucción personal. Del Río quiere en definitiva que veamos el paisaje como un producto social y cultural, reflejo de una particular manera de organizar el territorio, en el marco de relaciones complejas de clase o género, que en definitiva traducen relaciones de poder.
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