17 abril 2025

La Virreina Centre de la Imatge (Barcelona) inaugura cuatro exposiciones dedicadas a Odin Teatret, Cathy Berberian, Sara Gómez y Álvaro Perdices

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Las cuatro muestras actualizan distintas formas de desobediencia artística, al tiempo que cuestionan las estructuras de poder simbólico y escénico, y recuerdan cómo ciertos gestos del pasado siguen dialogando con el presente.

Álvaro Perdices, 'Sin título (Abierta, Negada y Desnuda)', 2012, still. Cortesía de La Virreina Centre de La Imatge.

La Virreina Centre de la Imatge ha inaugurado cuatro exposiciones simultáneas que, como señala su director, Valentín Roma, no funcionan como proyectos aislados, sino que, más bien, se integran en un programa curatorial —sostenido y coherente—, atento a las reverberaciones entre sus distintos momentos.

Para 2025, la programación del centro se propone revisar qué significa hoy «lo radical» en el arte contemporáneo y reflexionar sobre su vigencia. En este marco se presentan las exposiciones Mi aporte, de Sara Gómez (Guanabacoa, 1942 – La Habana, 1974), comisariada por Valentín Roma; Autopenetración, dedicada al dramaturgo Eugenio Barba (Bríndisi, 1936), comisariada por Roger Bernat; Stripsody, centrada en la genealogía de esta opera prima de Cathy Berberian (Attleboro, Massachusetts, 1925 – Roma, 1983), con comisariado de Arnau Horta; y Cultivar lo extraño, de Álvaro Perdices (Madrid, 1971), también bajo el comisariado de Roma.

Sobre las cuatro exposiciones, el director de La Virreina apuntó: «Lo que vais a ver es un conjunto de materiales, documentos, proyectos difícilmente reunibles en un museo», que dan cuenta de un riguroso trabajo de investigación. En este sentido, entre las obras expuestas se encuentran, por ejemplo, los manuscritos originales de Federico García Lorca y los diseños cerámicos de Maruja Mallo de los años 30, que forman parte del proyecto Formas del porvenir de Álvaro Perdices.

Las cuatro muestras actualizan distintas formas de desobediencia artística, al tiempo que cuestionan las estructuras de poder simbólico y escénico, y recuerdan cómo ciertos gestos del pasado siguen dialogando con el presente.

Sara Gómez, ‘Mi aporte…’, 1972. Cortesía de La Virreina Centre de la Imatge.

Mi aporte presenta por primera vez en un contexto museístico la filmografía completa de la cineasta afrocubana Sara Gómez, figura clave del documental cubano en las décadas de 1960 y 1970.

Las películas, restauradas para la ocasión, se acompañan en la primera parte del recorrido de una selección de obras de cineastas coetáneos como Chris Marker (Neuilly-sur-Seine, 1921 – París, 2012), Agnès Varda (Bruselas, 1928 – París, 2019) o Santiago Álvarez (Cuba, 1919-1998). Se exhiben junto a una colección de carteles pertenecientes a la llamada «década prodigiosa» del diseño gráfico cubano, que contribuyen a contextulizar el trabajo de Gómez.

Como señala su comisario, desde una posición atravesada por su condición de mujer, joven y negra, Gómez documenta las transformaciones sociales del proceso revolucionario cubano. Mi aporte (1972), pieza central de la muestra, aborda los lugares que las mujeres ocupan en lo público, lo laboral y lo doméstico, así como los valores que despliegan frente al machismo estructural. Su cine pone el foco en los procesos de exclusión y en los saberes que emergen desde los márgenes para cuestionar los relatos hegemónicos.

Iben Nagel Rasmussen practicando los «ejercicios suizos», 1971. Fotografía de Torgeir Wethal. Cortesía de La Virreina Centre de la Imatge.

Coproducida con el Polo Biblio-Museale di Puglia, Autopenetración se centra en la trayectoria del dramaturgo Eugenio Barba, fundador del Odin Teatret y una de las figuras clave del llamado Tercer Teatro, un movimiento surgido en los años setenta en los márgenes de las grandes capitales europeas y latinoamericanas, alejado de las instituciones y las vanguardias formales.

La exposición recorre los años 1971 a 1979, un periodo decisivo en el que la compañía desarrolló formas escénicas colectivas y no jerárquicas, vinculadas a lo que Barba denominó «autopenetración colectiva»: una búsqueda de transformación interior a través del cuerpo, de las culturas remotas y del contacto directo con el otro.

Durante esos años, el Odin Teatret se negó a actuar en España por su oposición a la dictadura franquista. Sin embargo, gracias al actor catalán Toni Cots y la colaboración de Xavier Fàbregas y Joan Font (Comediants), el grupo realizó acciones y espectáculos en ciudades como Barcelona, Mataró y Canet de Mar. En València, tras la negativa del alcalde a permitir una representación en las calles, acabaron actuando en el psiquiátrico de Bétera, dirigido entonces por el doctor Enric Jordà.

Autor desconocido, Cathy Berberian interpretando ‘Stripsody’, c. 1970. Cortesía de La Virreina Centre de la Imatge.

Con motivo del centenario del nacimiento de Cathy Berberian, la exposición revisita Stripsody, su primera obra como compositora. Realizada con la complicidad de Umberto Eco, la partitura está construida a partir de onomatopeyas inspiradas en el lenguaje y la iconografía del cómic, combinando imagen, palabra y gesto en clave performativa.

Figura fundamental de la vanguardia musical europea, Berberian no solo interpretó a compositores como Luciano Berio, John Cage o Sylvano Bussotti, sino que influyó activamente en la concepción de sus obras.

La muestra plantea Stripsody como un artefacto cultural nacido de un contexto intelectual muy específico, y examina el papel que desempeñaron en su desarrollo figuras como el propio Umberto Eco, el pintor Eugenio Carmi o el ilustrador Roberto Zamarin, autor de cómics satíricos vinculados a los movimientos obreros italianos de los años 70.

Álvaro Perdices, ’47 Names’, still, 2024. Cortesía de La Virreina Centre de la Imatge.

La exposición Cultivar lo extraño propone una lectura antológica del brillante trabajo de Álvaro Perdices (Madrid, 1971), con proyectos realizados desde los años noventa hasta la actualidad. La muestra presenta además obras concebidas específicamente para La Virreina Centre de la Imatge y varias instalaciones revisitadas. Cultivar lo extraño puede leerse —y experimentarse— como una gran instalación, donde las piezas configuran un recorrido estimulante y potente.

Como señala el Roma, la aparente tensión entre lo subterráneo y lo erudito atraviesa toda su trayectoria, donde la disidencia se manifiesta a través de gestos microhistóricos y relecturas poco ortodoxas de la historia del arte, que se despliega como una correspondencia entre figuras tan dispares como Velázquez y Kenneth Anger, Cornelis van Poelenburgh y Andy Warhol.

A lo largo de su carrera, Perdices ha explorado formas de educación libre, impulsando metodologías pedagógicas que parten de la colaboración activa con niñas y niños en etapas tempranas de su desarrollo. Este interés se manifiesta tanto en trabajos recientes como 47 NAMES (2024), como en proyectos anteriores, por ejemplo, la serie fotográfica realizada en 1999 durante una residencia en San Sebastián organizada por la plataforma DAE (Donostiako Arte Ekinbideak). En un contexto marcado por la violencia y las tensiones políticas del País Vasco, decidió intervenir desde dentro del ámbito público, colaborando con estudiantes de la ikastola Jakintza. Sentados en círculo sobre el suelo, propició un diálogo en el que surgieron temas como el juego del escondite, los rincones ocultos y la posibilidad de mirar sin ser visto.

También ha sido pionero en confrontar la acción humana con una naturaleza indómita, que actúa como advertencia frente a los excesos del progreso. Esta tensión queda patente en obras como El Tercer Patio. Higueras y Cigüeñas (2022) o Destino Progreso. Leonor (2008).

El título Cultivar lo extraño remite a múltiples sentidos: cultivar como alimentar una idea, un paisaje o una identidad; y lo extraño como aquello queer, inestable, incluso inquietante. La exposición rinde también homenaje al libro Cultivos (2008) del editor Julián Rodríguez, figura clave en la trayectoria del artista.

Redacción

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